Ha
caído la noche y Guadita me dice que se le antoja un tamal, ¿un tamal?; sí, un
tamal. Busco rápidamente en Google la sucursal más cercana de la “Flor de lis”
pero el buscador de Larry Page me dice que a esta hora ya se encuentra cerrado.
Recuerdo entonces que sobre la subida del Ajusco se coloca un vendedor semifijo
de la marca “Tamalli” pero oh, decepción, hoy no ha instalado sus vaporeras
frente a la conocida panadería del elefantito. Afino el oído en búsqueda del
clásico: “ya llegaron sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños, acérquese y
pida sus ricos tamales oaxaqueños, hay tamales oaxaqueños, tamales calientitos;
pida sus ricos tamales oaxaqueños” un pregón grabado por el veracruzano Elías
Zavaleta que se ha convertido en el perifoneo icónico de estos productos en la
selva de asfalto, pero no; hoy el espacio sonoro de la gran urbe adolece uno de
sus sonidos característicos.
La
añoranza de los tamales me lleva en el tiempo al puesto inmediato al mercado de
la colonia Postal, en la esquina de Castilla y Ahorro Postal con largas filas
para surtirse de sus tamales y es que aquí, un tamal de verde con pollo
contiene ¡una pierna de pollo! Más inmediato a nuestro hábitat se ubica el
puesto mañanero de don Goyo y su familia (se van turnando para atender el
puesto, me informa Guadita muy atenta al tránsito capitalino) ubicado en la
carretera Picacho Ajusco y Tenosique, junto a la panadería Saturno, solo que a
esta hora ambos puestos han levantado sus bártulos.
¡Mi
reino por un tamal! Clama Guadita y nos enfilamos al centro de Tlalpan porque
ahí hay un “Café de la Selva” y venden los chiapanecos tamales de chipilín, me
confirma mi compañera. Se ha hecho adulta la noche cuando llegamos por el
centro de Tlalpan de tan gratos recuerdos, nos acomodamos en el café de marras
y decepción total: los tamales se han agotado por este día, el rostro de
aflicción de Guadita es evidente.
Quien
dirían que al final de cuentas un meme me salvaría la vida, oh la magia de las
redes sociales; hacía referencia a la nueva línea de tamales de “La Costeña”.
En efecto, los congeladores de los supermercados ahora cuentan con las cinco
variedades de tamales de la empresa enlatadora, listos para calentar en el
microondas y ya está. Aunque los tamales envasados y con marca no son una
novedad porque ya antes la marca “El trébol” los había colocado en las tiendas
de autoservicio, los tamales de “La Costeña” han puesto todo el trabajo
mercadológico en favor de este nuevo producto. Yo, esperaré a que alguna marca
innovadora, ofrezca las “guajolotas” para microondas.
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