sábado, 23 de abril de 2016

MICHOACANISIMO DEL WOM AL eWOM



Para efectos de un trabajo promocional, debíamos en aquel verano degustar algunas marcas de buenos vinos, pero como las fichas organolépticas traen descripciones como: “dejos de frutos rojos con acentos de heno recién cortado” nos preguntamos a qué demonios huelen los frutos rojos y el heno recién cortado, así que tuvimos que habilitarnos con una nariz del vino (Le nez du vin), copas, decantadores, identificadores de copas y toda suerte de parafernalia que cualquier villamelón en cultura enológica se prodiga; incluída una visita por “Tierra de vinos” para surtirse de algunas muestras que incluían tintos chilenos, españoles, franceses y por supuesto del Valle de Guadalupe.

Adentrada la noche y llegados al cuarto varietal, la Chata Vázquez lanzó un equívoco discurso sobre los taninos y etanoles y yo, un poco achispeado le recordé los versos preparatorianos: Antonino fue por vino/ se cayó por el camino/ pobre vaso, pobre vino/ pobres nalgas de Antonino. Pero el asunto no pasó de la quinta ronda sin que la Chata cayera en un profundo y etílico sopor. Despertó como a las siete de la mañana del día siguiente sintiendo los estragos de la resaca y pidió con voz entrecortada, —quiero un licuado de fresa. Supe entonces que “El Michoacano” era la respuesta.

Antes de “El Michoacano”, para disfrutar de una buena birria la visita obligada era a la cantina “La Polar”, la cual es buena, sin lugar a dudas; pero que tiene un serio inconveniente para quienes vivimos al sur de la región más transparente: hay que cruzar media urbe para apersonarse en el lugar de referencia. Conocí al “El Michoacano” en Santa Úrsula, a principios de los noventa por recomendación de un conocido. Era entonces una accesoria pequeña con una propuesta de valor suficiente para captar la atención del consumidor: buena birria, cerveza fría y complementos de aguacate y quesadillas. El trabajo de recomendación de boca en boca (WOM dicen los gringos: Word of mouth)  hizo su parte, pronto la clientela se volvió abundante llevados por las buenas ponderaciones de quienes habían disfrutado del platillo. El local tuvo que ampliarse y hubo necesidad de incluir una lista de espera para regular el flujo creciente de la clientela. Impulsado por el WOM, “El Michoacano” creció tanto que se convirtió en “Michoacanísimo” con un segundo local a dos cuadras mucho más amplio y de dos plantas y aún así, insuficiente para dar abasto a los comensales que abarrotan el lugar los fines de semana. Llega de todo, parroquianos, hipsters, personalidades de la farándula y trasnochados en búsqueda de alivio cuando se trae la cruz a cuesta.

La irrupción del internet trajo una nueva modalidad de recomendación no personal; el eWOM (Word of Mouse) y las redes sociales dieron cuenta de ello, así como los sitios especializados en recomendaciones gastronómicas. Actualmente cuenta con un sitio web lanzado en el 2008 y tiene una ponderación de 9.2 sobre 10 en Foursquare.

¿Puede un negocio alcanzar un buen posicionamiento a través de la recomendación de boca en boca, sin necesidad de grandes campañas de promoción? Michoacanísimo parece probar que sí es posible y en el mismo sentido conozco escuela, tiendas, restaurantes y hasta puestos callejeros que gozan de una respetable salud comercial basada en el WOM y hoy, en el eWOM.

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El remedio surtió su efecto, aunque de camino, todavía entre los sopores del sueño, La Chata volvió a decir:

—Quiero un licuado de fresa.

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